En el estado de Ceará, muy cerca de la famosa Praia de Jericoacoara, se encuentra uno de los destinos más encantadores del nordeste: la Lagoa do Paraíso.
Este espejo de agua dulce, de un azul profundo y cristalino, contrasta con la blancura de las arenas que lo rodean, creando una postal difícil de olvidar. La laguna no solo es un refugio para quienes buscan relajarse, sino también un símbolo de la hospitalidad y el estilo relajado que caracteriza a esta región de Brasil.
La escena más icónica de la Lagoa do Paraíso son las hamacas sumergidas dentro del agua, donde los visitantes se entregan al placer de balancearse mientras la brisa refresca el rostro y el horizonte se pinta de tonalidades azules y verdes. No es casualidad que este rincón se haya convertido en uno de los lugares más fotografiados de Ceará y en una parada imperdible para quienes viajan a Jericoacoara.
Un lugar para descansar y disfrutar
La laguna tiene varios puntos de acceso, pero uno de los más famosos es el Alchymist Beach Club, un complejo que combina playa privada, restaurante y servicios pensados para que el visitante se quede todo el día disfrutando. Allí se encuentran las hamacas en el agua, camastros sobre la arena y un entorno cuidado que logra resaltar la belleza natural del lugar.
Más allá de los clubes de playa, la experiencia en la Lagoa do Paraíso invita a desconectarse. Sus aguas son tranquilas, sin olas, ideales tanto para nadar como para flotar sin apuro. También es un lugar perfecto para las familias con niños, ya que las zonas poco profundas permiten disfrutar con seguridad.
Actividades para todos los gustos
Aunque el descanso sea la gran atracción, en la laguna también hay espacio para la aventura. Los visitantes pueden practicar stand up paddle, pasear en kayak o incluso realizar pequeños recorridos en lancha que muestran distintas perspectivas del paisaje. La transparencia del agua es tal que, en algunos sectores, se tiene la sensación de estar nadando en una piscina natural.
Alrededor de la laguna se encuentran posadas y restaurantes rústicos que ofrecen especialidades regionales, sobre todo pescados y mariscos frescos, servidos en mesas con vista al agua. Es habitual almorzar una moqueca de peixe mientras los pies descansan en la arena blanca, disfrutando de un ambiente simple y relajado.
Cómo llegar a Lagoa do Paraíso
La Lagoa do Paraíso está ubicada a unos 15 kilómetros del pueblo de Jericoacoara. El acceso suele realizarse en vehículos 4x4 o buggies, ya que gran parte del trayecto atraviesa dunas y caminos de arena que hacen de la travesía un atractivo en sí mismo.
Quienes viajan desde Fortaleza, la capital de Ceará, pueden optar por diferentes combinaciones. La más común es tomar un vuelo hasta el aeropuerto regional de Jericoacoara, ubicado en Cruz, a unos 30 km de la laguna. Desde allí, traslados privados o jardineiras (camionetas adaptadas para pasajeros) llevan a los visitantes hasta Jeri y sus alrededores. Otra opción es recorrer por carretera los 300 km que separan Fortaleza de Jericoacoara, trayecto que suele demandar unas 5 a 6 horas de viaje.
En cualquier caso, la llegada a la Lagoa do Paraíso forma parte de la experiencia: atravesar paisajes de dunas doradas, manglares y pequeños pueblos pesqueros prepara el ánimo para el espectáculo natural que espera al final del camino.
La mejor época para visitar
La región de Ceará goza de sol casi todo el año, pero entre julio y diciembre se concentra la temporada más seca, con cielos despejados y aguas aún más cristalinas. Es también el momento en que la laguna alcanza su nivel más alto, producto de las lluvias del primer semestre.
Durante la temporada baja, la tranquilidad del lugar se multiplica, y es posible disfrutar del paisaje casi en soledad. En temporada alta, sobre todo entre diciembre y febrero, el ambiente se vuelve más animado, con música, bares llenos y un clima festivo que atrae a viajeros de todo el mundo.
Un destino que enamora
La Lagoa do Paraíso no es solo un punto turístico más de Ceará, sino un lugar donde se sintetiza la esencia de Jericoacoara: naturaleza en estado puro, hospitalidad sencilla y un entorno que invita a disfrutar de la vida sin prisas. Ya sea descansando en una hamaca dentro del agua, degustando un plato típico frente a la laguna o explorando las dunas que la rodean, cada momento vivido aquí se convierte en un recuerdo imborrable.
Este rincón brasileño, con su mezcla de rusticidad y encanto, sigue enamorando a viajeros de todo el mundo, consolidándose como uno de los paisajes más inolvidables del nordeste.
Ver también información de Fortaleza.
