En el extremo norte del litoral bahiano, justo donde el río Real desemboca en el Atlántico y marca el límite con el estado de Sergipe, se encuentra Mangue Seco.
Este pequeño poblado es uno de esos lugares que parecen detenidos en el tiempo: calles de arena, casas bajas y coloridas, dunas que se extienden hasta el infinito y un ambiente tranquilo que contrasta con la agitación de los destinos más conocidos de Bahía.
El lugar alcanzó fama nacional en la década de 1990 gracias a la telenovela “Tieta”, basada en la obra de Jorge Amado, que se filmó en estas mismas dunas y playas. Desde entonces, Mangue Seco se convirtió en sinónimo de paisajes idílicos, con un aura literaria que todavía lo envuelve.
Dunas infinitas y playas desiertas
El principal atractivo de Mangue Seco son sus dunas. Se trata de montañas de arena blanca y fina que se desplazan con el viento y crean un paisaje siempre cambiante. Caminar por ellas es casi una experiencia hipnótica: a cada paso se abre una nueva vista, ya sea hacia el mar turquesa, hacia los cocoteros del interior o hacia las lagunas formadas por las lluvias.
Entre las dunas se descubren playas amplias y poco concurridas. La más famosa es Praia da Costa Azul, un escenario perfecto para quienes buscan sol y tranquilidad, sin las aglomeraciones de los destinos más turísticos. Aquí, el mar suele ser sereno, ideal para un baño refrescante después de recorrer la arena ardiente de las dunas.
En los alrededores también hay paseos en buggy que permiten recorrer los médanos de forma más rápida y divertida. Estos paseos incluyen paradas estratégicas en miradores naturales desde donde se obtienen panorámicas de toda la región.
El pueblo y su atmósfera
Mangue Seco no es solo dunas y playas: el pequeño poblado es parte del encanto.
Sus calles de arena obligan a caminar descalzo, y esa simple acción ya transmite la sensación de desconexión. No hay tránsito ni ruido de autos, apenas algunos carritos tirados por caballos que cumplen la función de transporte local.
Las casas sencillas, con fachadas coloridas, rodean una plaza central donde se concentran los bares y restaurantes que ofrecen platos típicos del nordeste, en especial pescados y mariscos frescos. La gastronomía bahiana se hace presente en cada mesa: moquecas, camarones, casquinha de siri y, para los más curiosos, dulces regionales elaborados con coco.
Al atardecer, el ambiente se torna aún más especial. El cielo pintado de tonos naranjas y rosados se refleja sobre las dunas y las aguas del río Real. Es el momento ideal para sentarse en la playa o en algún barcito frente al mar y simplemente contemplar la naturaleza.
Paseos por el río Real
Otra de las experiencias imperdibles en Mangue Seco es el paseo en lancha por el río Real. Navegar sus aguas tranquilas es descubrir un paisaje distinto: manglares, bancos de arena y pequeñas islas fluviales se suceden en un recorrido sereno que conecta al visitante con la esencia del lugar.
En el trayecto se pueden observar aves, comunidades pesqueras y hasta algunas casas flotantes que parecen sacadas de una postal. Los guías locales suelen relatar historias de la región, reforzando ese aire novelístico que siempre rodea a Mangue Seco.
Cómo llegar a Mangue Seco
Parte del encanto de Mangue Seco radica en que no es de acceso tan directo, lo que le ha permitido mantener su aire de aislamiento. No existen carreteras que lleguen hasta el poblado: el acceso se realiza principalmente en barco o lancha.
Desde Salvador, la capital de Bahía, el trayecto terrestre puede tomar alrededor de 4 a 5 horas en auto hasta Pontal, en el municipio de Indiaroba (Sergipe). Allí se cruza el río Real en pequeñas embarcaciones que transportan tanto pasajeros como vehículos ligeros.
Otra opción es partir desde Aracaju, la capital de Sergipe, que se encuentra a poco más de 2 horas de viaje en auto hasta el mismo punto de cruce. Esta suele ser la vía más práctica para quienes llegan en avión, ya que Aracaju cuenta con un aeropuerto bien conectado.
Una vez en Mangue Seco, el transporte interno se hace a pie, en buggy o en los carritos tirados por caballos, lo que refuerza el espíritu relajado del destino.
Un destino para desconectarse
Mangue Seco es ideal para quienes buscan un contacto más íntimo con la naturaleza y un ritmo de vida pausado. No hay grandes resorts ni discotecas: aquí la propuesta es descansar, caminar por la arena, disfrutar de la gastronomía local y sumergirse en paisajes que parecen sacados de un libro.
Al mismo tiempo, es un destino que combina muy bien con otros recorridos por el nordeste brasileño. Puede ser una escapada perfecta desde Aracaju o una extensión tranquila de un viaje más largo por Bahía.
El encanto literario y cinematográfico
No se puede hablar de Mangue Seco sin mencionar su relación con la cultura brasileña. La telenovela “Tieta”, basada en la novela de Jorge Amado, hizo mundialmente famosos estos paisajes en los años noventa. Hoy todavía es común encontrar visitantes que llegan atraídos por esa referencia, buscando reconocer los escenarios que vieron en la pantalla.
Esa mezcla de literatura, televisión y naturaleza le otorga a Mangue Seco un carácter único. Es un lugar donde la ficción se volvió realidad y donde la belleza natural continúa siendo la protagonista principal.